• El cementerio de los Anwandter en la Isla frente a Valdivia, escondió cien años la última gota pura del olvido.

    Solo unos cuantos fundadores muertos, el caballero rubio y su mujer cocinante, los hijos que devoró el invierno.

    Las lianas, las hiedras, las cadenas del bosque, los hilos que desde el drimis winterey y el notofagus altos como las catedrales que perdieron, góticos como los sueños feroces de su natalicio, cosieron con aguja y silencio una pequeña patria verde, la iglesia vegetal que sus huesos quería.

    Y ahora, aquellos muertos que hicieron? Dónde viven? De aquella taza de agua y olvido, de aquella susurrante sombra secreta, salió tambien el miedo a pasear con su ropa inundada por la soledad de Valdivia? O también alcanzó allí la lengua del volcán, el agua interminable que quería matar y el grito agudo, agudo del mar contra el olvido?

    Pablo Neruda

    Cementerio Anwandter